miércoles, 7 de noviembre de 2012

 “ FEDRO O DEL AMOR ” 
(DIALOGOS DE PLATON)


 El Fedro suele defenderse que el tema principal es el amor o la retórica. Si se entiende que trata sobre el amor, se le suele situar entre los primeros o el primero incluso, si se entiende que trata sobre la retórica, en la actualidad la opinión casi exclusiva, “Fedro”  habla del amor y de la retórica y se divide en dos partes, la primera, sobre el amor, contiene un discurso de Lisias y dos discursos de Sócrates al respecto; en la segunda se trata la retórica.
Lisias es presentado como el dirigente de la escuela de retórica; Fedro es un joven ateniense interesado por los discursos y oyente habitual de Sócrates. Sócrates se encuentra con Fedro, que dice venir de escuchar a Lisias. Lleva el discurso con la intención de aprendérselo de memoria. El discurso trata sobre el eros, tema favorito de los discursos que se usaban como ejercicios de retórica. Lisias vendría a decir que lo adecuado es no conceder favores físicos al amante, al enamorado, sino a quien no lo está. La razón se encuentra en el hecho de que el amante está poseído por la locura y no es capaz de dominarse, sin embargo, el que no ama es cuerdo y sabe, por tanto, elegir lo mejor. El que ama, desea sobre todo el cuerpo del amado pero una vez que se acabe ese deseo no aparecerá una amistad que antes no existió, en cambio, si hubo amistad antes de la entrega a quien no ama, esa amistad perdurará después. No hay que conceder favores a quienes más los necesita, sino al que puede devolverlos y no “a los que quisieran gozar de tu juventud, sino a los que cuando seas viejo, te hagan partícipe de tus bienes”.
Sócrates acepta que el enamorado está más enfermo que el no enamorado y se declara incapaz de decir algo más florido que lo ya dicho por Lisias. Comienza sentando que la mejor forma de no equivocarse cuando se empieza a deliberar es saber de qué trata la deliberación, como el tema es averiguar si hay que hacerse amigo mejor del que ama o del que no ama, lo primero será saber qué es el amor, una vez sabido lo que es el amor será el momento de indagar si trae provecho o daño.
Todos nosotros, dice Sócrates, nos regimos por dos principios: un deseo natural de gozo y una opinión adquirida que tiende a lo mejor. Si nos dejamos mover por lo segundo somos sensatos, si nos mueve lo primero, el deseo o el apetito, caemos en el desenfreno. El desenfreno es muy variado y lo llamamos de acuerdo con la forma en la que se manifiesta, frente a la comida es glotonería, frente a la bebida es alcoholismo, etc.
El siguiente paso es, entonces, ver si es mejor entregar favores al amante o al que no ama. Hay que tener en cuenta, en base a lo dicho, que la amistad del amante no brota del buen sentido, sino, como las ganas de comer, del ansia de saciarse. Hay que considerar que el que ama preferirá que su amado sea más débil que él, los celos le moverán a apartar al amado de otras relaciones provechosas, preferirá que sea cuanto más ignorante mejor. En cuanto a la inteligencia, por tanto, el hombre enamorado no es buen consejero. El cuanto al cuerpo el amante preferirá que su enamorado persiga el placer más que el bien, delicado antes que vigoroso... y mejor que sea pobre y sin amigos ni familia. Y aún es peor cuando deja de amar y se vuelve infiel y le molesta que se vayan marchitando los delicados rasgos del amado. Ahora, el que antes era amante se deja gobernar por la inteligencia y la sensatez en vez de por el amor y el apasionamiento y el amante se siente esclavo y se arrepiente de haberse entregado a un enamorado en lugar de a un hombre sensato.

Aquí acaba el primer discurso de Sócrates
Fedro le pide entonces que enumere las ventajas que tiene entregar los favores al que ama. Sócrates dice que no, que se va, que las ventajas del que no ama son lo contrario de los inconvenientes del amante. Pero Fedro insiste y entonces Sócrates dice que siente haber delinquido contra los dioses y que tiene que pronunciar una retractación y se aviene a un segundo discurso.
No es a quien no ama a quien hay que otorgar favores por el hecho de estar cuerdo éste y loco el enamorado, no es así porque la demencia no es un mal. Los antiguos lo llamaron “manía” pensando que era algo bello, así, es más bella la manía que la sensatez, porque la manía la envían los dioses y la sensatez es cosa de hombres.
El alma tiene una naturaleza humana y divina. Toda alma es inmortal, porque aquello que se mueve siempre es inmortal y dejar de moverse es dejar de vivir. Si el movimiento le viene a algo de fuera estamos hablando de algo inanimado, si el movimiento viene de dentro se trata de algo animado. Dice Platón que explicar qué es el alma es cosa de dioses, pero que decir a qué se parece es asunto humano. De esta forma introduce la conocida imagen del cochero y los dos caballos, uno bueno y hermoso y el otro todo lo contrario. El alma es la fuerza que mueve la yunta, que le pone alas. Hay una forma de locura, la cuarta, que se da “cuando alguien contempla la belleza de este mundo y, recordando la verdadera, le salen alas y, así alado, le entran deseos de alzar el vuelo, y no lográndolo, mira hacia arriba como si fuera un pájaro, olvidado de las de aquí abajo, y dando ocasión a que se le tenga por loco. Así que de todas las formas de entusiasmo, de todas las manías, esta es la mejor, tanto para el que la tiene como para el que con ella se comunica, y al partícipe de esta manía se le llama enamorado”.
Antes se había divido en alma en tres partes: un cochero y dos caballos, uno dócil otro rebelde, uno blanco y otro negro. Ante el amado el negro se dispara y los otros dos le retienen, forcejeo que se salda, en el mejor de los casos, con el dominio del cochero y el caballo blanco sobre el caballo negro y de esta manera, “si vence la parte mejor de la mente, que conduce a una vida ordenada y a la filosofía, transcurre la existencia en felicidad y concordia... subyugando lo que engendra la maldad en el alma, y dejando en libertad a aquello en lo que lo excelente habita”
“Dones tan grandes y tan divinos, muchacho, te traerá la amistad del enamorado. Pero la intimidad con el que no ama, mezclada de mortal sensatez, y dispensadora también de lo mortal y miserable, produciendo en el alma amiga una ruindad que la gente alaba como virtud, dará lugar a que durante nueve mil años ande rodando por la tierra y bajo ella, en total ignorancia”.
Este discurso termina pidiéndole a Fedro que convenza a Lisias para que vuelva a la filosofía, para que lleve su vida hacia el amor.
 Fedro comenta: “Fíjate, pues, en lo que oí sobre este asunto, querido Sócrates: que quien pretende ser orador no necesita aprender qué es, de verdad, justo, sino lo que opine la gente que es la que te va a juzgar; ni lo que es moderadamente bueno o hermoso, sino sólo lo que lo parece. Pues es de las apariencias de donde viene la persuasión, y no de la verdad”. Esta es exactamente la opinión de los sofistas.
Si la retórica es el arte de persuadir sobre aquello que alguien ignora, su mayor poder no lo tendrá en las ocasiones en que se trate de cosas concretas (como ‘hierro’ o ‘plata’) sino en los casos en que se hable de cuestiones sobre las que no hay un acuerdo tan claro (como ‘justicia’ o ‘amor’). En estos asuntos menos claros, un buen discurso debe comenzar por definir los términos que se van a usar, y debe proceder de forma ordenada, coherente.
Si la medicina es el arte de conocer el cuerpo, y la retórica es la medicina del alma, la retórica será entonces el arte de conocer el alma.
Además de la oratoria (lo hablado) plantea Platón lo escrito (los libros) como instrumentos retóricos, pero privilegia el lenguaje hablado: lo escrito está muerto, petrificado, y para que las ideas escritas revivan deben ser habladas, es decir, otro hombre debe reproducir en su persona, en su individualidad, en su situación vital las ideas escritas. Sólo entonces puede decirse que las frases del libro han sido entendidas y que el decir pretérito se ha salvado.

Resumen
Partiendo de la pregunta ¿Qué diría Sócrates del internet? Este filosofo primero que nada se sorprendería del tamaño de conocimientos escritos, hablados e incluso representados con imágenes y símbolos por los cuales está conformado el Internet,  le grado en que se trata de simplificar el acceso al conocimiento y de compartirlo con otras personas que con sus propias ideas puedan enriquecerlo más. Además elogiaría la forma de comunicación hablada que existe gracias a las herramientas tecnológicas que mediante el Internet logra relacionar no solo a un grupo de personas sino a todas las culturas existentes en el planeta. Pienso que también se cuestionaría sobre sus argumentos respecto a la palabra escrita  ya que no está muerta ni petrificada y que al contrario de muchas ideas al logrado no solo sobrevivir si no evolucionar de tal manera que su presencia dentro de la red sea considerada más importante como la base de todo conocimiento.
Sócrates se sorprendería  de la interacción que  tiene las personas en esta época con su aportación cultural, científica y recreativa, además de encontrar incluso  sus escritos como una fuente de conocimiento la cual encontraría en muchos en diversos tipos de escritura y de idiomas sin perder la esencia del conocimiento. Y de observar cuantas teorías y nuevas ideas han surgido con el transcurso de los tiempos y que podrían ser materia de estudio, discusión e incluso retroalimentación para formular más y mejores conocimientos.

 

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